Un papa con nombre de dios pagano inició una tradición milenaria. ¿Sabías que nunca hubo un papa Pedro II? Te contamos aquí.

Un papa con nombre de dios pagano inició una tradición milenaria. ¿Sabías que nunca hubo un papa Pedro II? Te contamos aquí.Fotografías: La Nación, ADN Celam Y El País.

El primer papa que decidió cambiar su nombre al aceptar el pontificado fue Mercurio. Él fue quien adoptó el nombre de Juan II tras su elección en el año 533. Su decisión no fue meramente simbólica. Naciendo en una Roma aún marcada por la sombra del paganismo, consideró inapropiado gobernar la Iglesia bajo el nombre de un dios romano, Mercurio, divinidad asociada al comercio, los viajeros y los mensajeros. 

Su pontificado, aunque breve (hasta el año 535), dejó una huella perdurable en la tradición eclesiástica.

El significado del nombre papal

Este gesto marcó el comienzo de una costumbre que se consolidaría a lo largo de la Edad Media. Eso fue, la adopción de un nuevo nombre al asumir el papado. Un acto que simboliza una transformación espiritual, el abandono de la identidad anterior y el inicio de una misión sagrada con renovado compromiso. 

Aunque no existe una norma canónica que lo exija. El cambio de nombre se convirtió en una señal poderosa de humildad y propósito renovado, como señala el New York Post.

Desde entonces, los pontífices han elegido nombres que no solo rinden tributo a figuras del pasado, santos, mártires o papas anteriores, sino que también reflejan las intenciones pastorales y teológicas de su pontificado

Algunos nombres evocan épocas de reforma, otros expresan continuidades o rupturas dentro de la tradición.

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Un ejemplo reciente es el del Papa Francisco, quien en 2013 rompió con más de mil años de tradición nominal al no tomar el nombre de ningún papa anterior. Lo hizo en homenaje a San Francisco de Asís, símbolo de pobreza, sencillez y compromiso con los marginados, reflejando así su deseo de una Iglesia más cercana a los desfavorecidos.

El nombre de un papa, entonces, no es un simple título: es una declaración de intenciones que proyecta la visión del pontífice sobre su papel y el rumbo espiritual que desea imprimirle a la Iglesia.

Algunos nombres que los pontífices evitan usar

Pedro: Nunca ha sido usado por otro papa, tras San Pedro, el primer pontífice. Se considera que el nombre de Pedro está reservado exclusivamente para él, como señal de respeto y unicidad.

Jesús: Por respeto hacía el fundador del cristianismo. Sería visto como una falta de humildad o incluso blasfemia.

Lucio o Luciano (y sus otras variaciones): Aunque hubo algunos papas que utilizaron Lucio I. Algunos creen que el nombre fue evitado, posteriormente, por su cercanía fonética con “Lucifer”. Nombre que en su raíz latina significa “portador de luz”, pero se asocia comúnmente al diablo.

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En resumen, no hay nombres formalmente prohibidos, pero sí hay una fuerte carga simbólica y una expectativa implícita que condiciona la elección.

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