Aunque parece inofensiva y hasta encantadora, la flor ojo de poeta es una planta invasora que arrasa con todo a su paso.

Aunque parece inofensiva y hasta encantadora, la flor ojo de poeta es una planta invasora que arrasa con todo a su paso.Foto: Unjardinsostenible

Con sus pétalos anaranjados y un centro oscuro que parece una pupila, la flor ojo de poeta ha conquistado jardines, muros y balcones en toda América Latina. Su nombre evoca poesía, su aspecto enamora al primer vistazo, y su capacidad de trepar y cubrir lo que toca la convierte en una opción popular entre paisajistas y aficionados a la jardinería. Pero esta belleza enredadera guarda un secreto: allí donde se instala, desplaza a otras especies, asfixia la vegetación nativa y altera los ecosistemas.

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El ojo de poeta (Thunbergia alata) es originaria del este de África, pero fue introducida en América con fines ornamentales. Hoy está presente en países como Colombia, Ecuador, México y Brasil, donde se ha adaptado con tanta facilidad que ha pasado de ser una planta decorativa a convertirse en una amenaza ambiental.

Aunque parece inofensiva y hasta encantadora, la flor ojo de poeta es una planta invasora que arrasa con todo a su paso.Foto: Información.com

Su encanto es también su estrategia. Crece rápido, se enrosca en árboles y estructuras, produce semillas abundantes y puede cubrir grandes áreas en poco tiempo. Lo preocupante es que, al expandirse, impide que la luz llegue a otras plantas y agota los nutrientes del suelo. Es decir: lo cubre todo, pero a costa de lo que había antes.

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En regiones como el Valle del Cauca o la zona cafetera colombiana, especialistas han advertido que el ojo de poeta está afectando cultivos y reduciendo la presencia de plantas nativas. Algunas reservas naturales incluso han tenido que intervenir para removerla manualmente, ya que no existen controles biológicos efectivos sin dañar otras especies.

Aunque parece inofensiva y hasta encantadora, la flor ojo de poeta es una planta invasora que arrasa con todo a su paso.Fotos: Farallonesdelcitara- Flordeplanta

El problema no es exclusivo de Colombia. En Hawái, por ejemplo, está incluida en la lista de especies invasoras más dañinas. En Australia, está prohibida en algunas regiones por su impacto sobre la biodiversidad. Pero en muchos lugares aún se vende libremente, sin advertencias ni regulaciones.

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El dilema que plantea el ojo de poeta es el mismo de muchas otras especies exóticas introducidas sin control: cuando la belleza se impone al conocimiento, la naturaleza paga las consecuencias. No se trata de demonizar a la planta, sino de comprender que no todo lo estéticamente agradable es ecológicamente inofensivo.

Foto: ActualidadOriente – Cornare
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