En el corazón de la selva colombiana, los Cerros de Mavecure se elevan como guardianes ancestrales de la Orinoquía.
Fotos: Travelgrafía
En la inmensidad verde de la Orinoquía colombiana se alzan majestuosos los Cerros de Mavecure, tres formaciones rocosas que emergen del paisaje como gigantes dormidos.
Este enclave es considerado sagrado por las comunidades indígenas Puinaves y Curripacos, no solo cautiva por su belleza natural, sino también por la riqueza cultural y espiritual que lo envuelve.
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Ubicados en el departamento de Guainía, los cerros Mavecure, Mono y Pajarito forman parte del antiguo Escudo Guayanés, una estructura geológica que data de hace más de mil millones de años. Desde sus cumbres, el paisaje se extiende en un mosaico de selva, ríos y cielo infinito. Para los habitantes del territorio, estas rocas no son simples montañas: son guardianes del tiempo, testigos de las historias y saberes ancestrales que aún perduran.
El viaje hacia los cerros comienza navegando por el Río Inírida, afluente del Orinoco y arteria vital de esta región. A bordo de una embarcación se recorre la selva, y a cada curva del río se revela un nuevo fragmento de este territorio sagrado.
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Uno de los puntos clave del recorrido es la comunidad indígena El Remanso, donde los viajeros son recibidos por los Curripacos y Puinaves, custodios de la selva y de un conocimiento ancestral ligado a la tierra.
Allí, los visitantes no son meros turistas, sino aprendices temporales que tienen la oportunidad de convivir, compartir alimentos, rituales y relatos con los anfitriones.
Esta inmersión no solo permite comprender la cosmovisión indígena sobre la naturaleza, sino también ser testigo de sus esfuerzos por preservar su entorno, en un territorio que ha resistido el olvido, la minería ilegal y el desplazamiento.
Fotos: Travelgrafía
Mavecure significa «tierra de aguas». No es casual: en este lugar, el agua no solo moldea el paisaje, sino que nutre el alma de quienes lo habitan.
La expedición incluye caminatas por senderos selváticos, observación de aves y la oportunidad de escalar parte de los cerros, desde donde se contempla la selva en su estado más puro.
Estos cerros figuran entre los rincones del país menos explorados por el turismo masivo. Y es precisamente este hecho novedoso, lo convierte en un destino ideal para quienes buscan experiencias auténticas y respetuosas con el entorno. Visitar los Cerros de Mavecure es adentrarse en una Colombia profunda, diversa y resiliente; una tierra donde la naturaleza y la espiritualidad se entrelazan.