Elon Musk está transformando a Bastrop, un pequeño pueblo tejano, en un punto estratégico de su creciente imperio tecnológico.
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A media hora de Austin, Texas, se extienden las llanuras de Bastrop, un pueblo tradicionalmente agrícola que ahora se encuentra en el epicentro de una revolución tecnológica. Elon Musk, con su conglomerado de empresas como SpaceX, The Boring Company y Starlink, ha puesto su mira en esta tranquila localidad para construir un nuevo campus corporativo. Lo que para algunos es sinónimo de empleo y desarrollo, para otros representa una amenaza a su identidad y forma de vida.
Entre el asombro y la incertidumbre
Cuando Elon Musk decidió mudarse de Silicon Valley a Texas, muchos lo vieron como un simple cambio de residencia. Pero, el magnate no viaja solo: lleva consigo una visión del futuro que exige espacio, recursos y flexibilidad legal.
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Claramente, todo eso lo encontró en Bastrop, una comunidad de poco más de 12.000 habitantes, históricamente moldeada por la agricultura, la minería y hasta los impactos de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy, esa misma tierra acoge plantas de Starlink, instalaciones de The Boring Company y proyectos de infraestructura que prometen transformar la región. El complejo incluye desde un bar corporativo hasta planes de vivienda para empleados. Sin embargo, la convivencia entre lo rural y lo futurista no está resultando sencilla.
Esta es la empresa de infraestructuras de Musk
Tecnología, política y tensiones locales con Musk
La mudanza de Musk a Texas no fue solo geográfica. También reflejó un cambio ideológico.
Crítico del progresismo californiano y cercano al expresidente Donald Trump, Musk encontró en Texas un entorno más alineado con su pensamiento: tierra barata, regulación laxa y apoyo estatal.
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Las autoridades locales, con el fin de atraer inversión, han facilitado subvenciones millonarias, zonas de libre comercio y permisos especiales. Pero con ello, también han despertado preocupaciones sobre el impacto ambiental, la presión sobre el mercado inmobiliario y la posibilidad de que la comunidad pierda el control sobre su futuro.
¿Progreso o pérdida de identidad?
Muchos de sus habitantes, ven en Musk una mezcla de amenaza y oportunidad. Admiran sus avances tecnológicos, pero temen las consecuencias imprevistas: contaminación del agua, falta de regulación, y una urbanización que puede erosionar el tejido social del pueblo.
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Otros, como la administradora municipal Sylvia Carrillo, reconocen los beneficios en términos de empleo y desarrollo, pero también insisten en la necesidad de una gestión cuidadosa.